La comunidad educativa es clave para la atención psicoemocional

En la mayoría de los colegios de México la atención psicoemocional aún no es prioridad, ni siquiera con el regreso a clases tras la pandemia de covid-19. Una infancia sana requiere el compromiso y trabajo conjunto de la comunidad educativa y las familias.

Cuando Alexa tenía diez años una maestra la encontró provocándose el vómito en el baño de la escuela y descubrió que era una acción cotidiana que requería atención. Sin embargo, el colegio privado no contaba con psicólogos. “La escuela no tenía protocolos de atención, así que nos mandaron al Hospital Psiquiátrico Infantil”, cuenta su padre, Ricardo Rodríguez. 

Lorena Martínez, profesora de Español en secundaria, recibió a uno de sus estudiantes en un receso. “Tenía síntomas de ansiedad, pero no pude hacer más que escucharlo y hacer un llamado a sus padres para buscar atención fuera. La escuela no tiene ese servicio”, señala.

Las instituciones educativas tienen un rol clave en la protección a la salud mental de los peques, pero a la hora de atender los casos que se les presentan, suelen tener carencias. La pandemia reveló la importancia de dotar de herramientas a estos espacios y de hecho en el Senado hay ya una propuesta para hacer obligatoria la presencia de psicólogos infantiles en escuelas públicas y privadas.[1] Ya se verá si prospera.

Pero independientemente de eso, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) llama a las comunidades educativas a pensarse más allá de su papel en los aprendizajes académicos y a buscar métodos innovadores de atención a las cargas emocionales de les estudiantes.

No se trata de suplir a los psicólogos, sino de tener herramientas para conocer la situación individual de cada estudiante e identificar casos de riesgo que puedan requerir intervención profesional. Estas herramientas tienen que ver con la escucha activa y responsable, la creación de espacios de confianza y generar redes de apoyo dentro y fuera de las instituciones que puedan brindar servicios en casos de emergencia.

Ricardo reconoce que la intervención de la maestra en el caso de Alexa fue importante para atender el trastorno alimenticio de su hija, aunque la atención llegó tarde. “Si en su escuela hubiera habido más conocimiento, el problema no se habría agudizado”. 

[1] https://comunicacion.senado.gob.mx/index.php/informacion/boletines/49688-demandan-apoyo-psicologico-en-escuelas-de-nivel-basico-ante-la-pandemia.html

La profesora Martínez dice que le gustaría tener más herramientas para guiar a sus estudiantes y ayudarles a lidiar con la ansiedad o la depresión. “Nosotros somos ojos para las familias. Por la cercanía podríamos tener un rol más activo para mejorar su salud mental”.  

Para el Centro de Investigación Innocenti se trata de adoptar un enfoque multinivel que entienda el bienestar como una combinación entre salud mental, salud física y desarrollo de habilidades. Desde esta perspectiva, la mancuerna escuela-familia es fundamental; debe haber comunicación y trabajo conjunto con la misma meta: una infancia sana.

¿Qué hacer ante la falta de profesionales especializados?

Reconectar a niños, niñas y adolescentes con sus familias y su comunidad.

Ayudar a que les estudiantes se sientan en control de su vida.

Crear protocolos de atención a mediano y largo plazo.

Crear redes de apoyo con profesionales e instituciones públicas cercanas al centro educativo.

Prepararse para brindar primeros auxilios psicológicos en casos de emergencia.

Conoce la pirámide de la intervención

Es un modelo para distinguir las acciones de apoyo psicosocial según las necesidades de cada individuo. 

Nivel 1: Garantizar la alimentación, la educación y la salud como acciones básicas para el bienestar. 

Nivel 2: Generar espacios de escucha y diálogo que permitan externar preocupaciones y activar redes de soporte en los propios centros. 

Nivel 3: Desarrollo de apoyos focalizados para grupos de personas con necesidades similares en pro de su recuperación. 

Nivel 4: Servicios especializados para individuos con necesidades particulares.

¿Para qué tener un modelo propio de apoyo psicosocial?

Ayuda a conocer las necesidades de les estudiantes.

Permite ubicar los casos que requieren ayuda especializada.

Funciona para crear redes de apoyo en la comunidad, dentro y fuera de la escuela.

Centra la preparación del personal educativo en las necesidades del estudiantado.

La escucha activa y responsable[2]

La escucha activa y responsable implica escuchar con todos los sentidos para estar concentrades en lo que la otra persona necesita decir. 

Mantén contacto visual y busca transmitir tranquilidad.

No cruces los brazos; mantenlos relajados. 

Inclina el cuerpo hacia el frente pero solo un poco, sin dejar de respetar el espacio personal. 

Evita distracciones.

Pon atención al lenguaje corporal de tu interlocutore.

Evita preguntar “por qué”.

No presiones: respeta el ritmo de cada quien. Dale el tiempo necesario para compartir sus sentimientos.

[2]https://www.kinder-und-jugendrechte.de/content/user_upload/Weltweit/GIZ_2020_Apoyo_emocional_desde_la_escuela_digital.pdf

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